El Zoo de Barcelona se despide de los tigres y apuesta por la fauna mediterránea

La muerte de Tibor y Pertama en 2025 marca el fin de una era en el zoológico barcelonés, que redirige su estrategia hacia la conservación de especies autóctonas en un cambio paradigmático cuestionado por organizaciones defensoras de los animales.

29 diciembre 2025
Barcelona, España.
El Zoo de Barcelona se despide de los tigres y apuesta por la fauna mediterránea

El Zoo de Barcelona ha cerrado definitivamente un capítulo de su historia con la desaparición de sus dos últimos tigres de Sumatra, Tibor y Pertama, fallecidos en julio y octubre de 2025 respectivamente debido a problemas de salud relacionados con su edad avanzada. Con esta pérdida, el zoológico catalán pone punto final a décadas de exhibición de grandes felinos y anuncia que no repondrá estos ejemplares, optando por un cambio estratégico que prioriza la fauna autóctona y los ecosistemas mediterráneos.

La decisión del consistorio barcelonés de transformar el espacio que ocupaban los tigres en el proyecto Descobrim la Mediterrània responde, según la institución, a una nueva filosofía centrada en la protección de animales locales en peligro de extinción. "Esta transformación marca un antes y un después en la estrategia del parque, que pasa de centrarse en grandes felinos exóticos a reforzar la protección de la fauna local", ha explicado el Ayuntamiento de Barcelona en sus comunicados oficiales.

El legado de Tibor y Pertama

Tibor llegó al Zoo de Barcelona en 2015 procedente del Zoo de Edimburgo, como parte del Programa Europeo de Especies en Peligro de Extinción (EEP). Con ocho años entonces, el tigre de Sumatra ya había perdido un ojo debido a un glaucoma derivado de una herida sufrida cuando era cachorro. A pesar de esta discapacidad, Tibor fue acogido en Barcelona donde, según la información del propio zoológico, tenía muy buen carácter y no presentaba problemas para relacionarse con otros tigres ni con sus cuidadores.

Durante su estancia en Barcelona, Tibor compartió instalaciones con Pertama, la tigresa de Sumatra que ya residía en el parque y que había quedado viuda. Ambos ejemplares participaron en programas europeos de conservación de grandes felinos, contribuyendo a los esfuerzos internacionales para preservar una especie clasificada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Según el último censo elaborado en 2008, la población mundial de tigres de Sumatra se estimaba entre 400 y 700 ejemplares, amenazados principalmente por la destrucción de su hábitat natural y la caza furtiva.

El tigre de Sumatra es la subespecie más pequeña de tigre en la actualidad, distinguiéndose por su color más oscuro, una pequeña crin en la nuca y mechones de pelo facial más largos. Aunque históricamente se extendía por toda la isla indonesia, actualmente la mayor parte de los individuos supervivientes se concentran en la sierra volcánica Bukit Barisan.

Un cambio estratégico hacia lo autóctono

La eliminación de los tigres del Zoo de Barcelona se enmarca en un ambicioso plan de transformación que el consistorio barcelonés ha presentado como una apuesta por la sostenibilidad y la educación ambiental centrada en el entorno mediterráneo. El proyecto Descobrim la Mediterrània, cuya apertura gradual está prevista a partir de 2026, recreará diversos ecosistemas mediterráneos desde la costa hasta la montaña, permitiendo a los visitantes conocer la flora y fauna local.

Según las informaciones oficiales, el nuevo modelo del zoológico pondrá el foco en especies propias del Mediterráneo y la península ibérica, desde pequeños mamíferos hasta aves rapaces y reptiles, con el objetivo de que los visitantes comprendan mejor su papel en el equilibrio ecológico. La institución intensificará también sus programas educativos y de sensibilización sobre la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, ofreciendo talleres interactivos y experiencias inmersivas para todas las edades.

Además, está prevista para 2030 la construcción del Bioscope, una instalación de 7.000 metros cuadrados que abordará la evolución de las especies y la historia de la vida en la Tierra, complementando la visión de conservación del centro. La transformación busca convertir el Zoo de Barcelona en un centro de referencia en conservación de fauna mediterránea y un espacio pedagógico de relevancia.

Cuestionamientos desde la defensa animal

Sin embargo, esta estrategia plantea interrogantes desde el punto de vista de la protección animal y la coherencia de las políticas de conservación. "Si bien la apuesta por la fauna autóctona puede parecer positiva en principio, debemos preguntarnos qué pasará con los animales exóticos que actualmente permanecen en el zoo y si este cambio responde realmente a criterios de bienestar animal o simplemente a una reorientación del modelo de negocio", expresa Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España.

La desaparición de los tigres del Zoo de Barcelona plantea cuestiones más amplias sobre el papel de los zoológicos en el siglo XXI y su efectividad real en la conservación de especies amenazadas. Aunque Tibor y Pertama participaron en programas europeos de cría en cautividad, no llegaron a reproducirse durante su estancia en Barcelona, lo que cuestiona la eficacia de estos programas cuando los ejemplares no logran contribuir genéticamente a la supervivencia de su especie.

"Los zoológicos han justificado históricamente su existencia en función de programas de conservación y educación, pero la realidad es que la mayoría de los animales nacidos en cautividad nunca podrán ser reintroducidos en sus hábitats naturales", añade Gascón. "El caso de estos tigres es representativo: vivieron toda su vida encerrados sin poder contribuir a la recuperación de las poblaciones salvajes de Sumatra".

La polémica de los grandes felinos en cautividad

El tigre de Sumatra es uno de los animales más amenazados del planeta, con una población que ha experimentado un declive dramático en las últimas décadas. Las principales amenazas provienen de la destrucción masiva de las selvas tropicales de Sumatra para plantaciones de aceite de palma y la caza furtiva para comercializar sus órganos en el mercado de medicina tradicional asiática o exhibirlos como trofeos.

En este contexto, organizaciones como AnimaNaturalis cuestionan si la inversión de recursos en mantener grandes felinos en zoológicos europeos es la estrategia más efectiva para salvar estas especies. "Los millones de euros que se destinan a construir instalaciones en zoológicos podrían invertirse de manera mucho más eficaz en proteger los hábitats naturales en Sumatra, apoyar a las comunidades locales en la conservación y luchar contra las mafias de caza furtiva", señala Gascón.

La directora de AnimaNaturalis subraya también las condiciones de vida de los animales en cautividad: "Un tigre en libertad puede recorrer territorios de hasta 100 kilómetros cuadrados. Ningún zoológico, por muy moderno que sea, puede reproducir siquiera una mínima parte de ese espacio ni de la complejidad del comportamiento natural de estos animales".

¿Un modelo sostenible o una operación de imagen?

El giro del Zoo de Barcelona hacia la fauna mediterránea coincide con una tendencia creciente en los zoológicos europeos de eliminar las especies exóticas más problemáticas desde el punto de vista del bienestar animal y sustituirlas por fauna local. Esta estrategia permite a las instituciones presentarse como centros de conservación más coherentes con el territorio, al tiempo que reduce los costes asociados al mantenimiento de especies que requieren instalaciones complejas y costosas.

"Valoramos positivamente cualquier decisión que implique dejar de mantener animales salvajes en cautividad, pero nos preocupa que este cambio no vaya acompañado de una reflexión más profunda sobre el modelo de zoo en sí mismo", afirma Gascón. "¿Qué pasará con los elefantes, los primates y otros animales exóticos que aún permanecen en Barcelona? ¿Se les proporcionará una jubilación digna en santuarios o simplemente se esperará a que mueran para sustituirlos por especies mediterráneas?".

El proyecto Descobrim la Mediterrània se presenta como una oportunidad educativa para sensibilizar sobre la biodiversidad local, un objetivo en principio loable. Sin embargo, organizaciones defensoras de los animales insisten en que la educación ambiental no requiere necesariamente mantener animales confinados, y que existen alternativas como santuarios, programas de observación en libertad y tecnologías inmersivas que pueden cumplir la misma función educativa sin comprometer el bienestar animal.

El futuro de los zoológicos

La desaparición de los tigres del Zoo de Barcelona es sintomática de una transformación más amplia en la concepción de los zoológicos a nivel global. Cada vez más voces, incluidas algunas dentro de la comunidad científica, cuestionan la legitimidad de mantener animales salvajes en cautividad para entretenimiento o educación, especialmente cuando existen alternativas más respetuosas.

"El siglo XXI debería ser el siglo en el que superemos definitivamente el modelo de zoo tradicional y apostemos por centros de rescate, santuarios para animales decomisados del tráfico ilegal y programas de conservación in situ en los países de origen de las especies amenazadas", concluye Gascón. "Tibor y Pertama merecían haber vivido en un santuario donde pudieran disfrutar de condiciones más próximas a las naturales, no en un recinto diseñado para ser observados por visitantes".

Mientras el Ayuntamiento de Barcelona avanza con su plan de transformación, que prevé inversiones millonarias en las nuevas instalaciones mediterráneas y en el futuro Bioscope, el debate sobre el papel de los zoológicos en la conservación y el bienestar animal permanece más vigente que nunca. La muerte de los últimos tigres de Barcelona no es solo el final de una era en el zoológico catalán, sino también un símbolo de las contradicciones inherentes a un modelo que lucha por justificar su existencia en un mundo cada vez más consciente de los derechos de los animales.

La ubicación del Zoo de Barcelona en el Parque de la Ciutadella, fácilmente accesible mediante la línea 4 de metro (estaciones Ciutadella-Vila Olímpica o Barceloneta) y múltiples líneas de autobús, garantiza que seguirá siendo un espacio visitado por miles de barceloneses y turistas cada año. La pregunta que queda en el aire es si las futuras generaciones recordarán con nostalgia los grandes felinos que ya no están, o si aprenderán a valorar un nuevo modelo de relación con la fauna que ponga verdaderamente el bienestar animal en el centro de sus prioridades.